diciembre 02, 2014

¿Cedes tus derechos emocionales?


Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma
William Ernest Henley

¿Alguna vez te ha pasado que después de que tu amiga Ana te cuenta cómo se “agarró del chongo” con su hermana, tú también te enojas con la hermana por haberla hecho sentir tan mal? Tengo noticias para ti: Acabas de ser envuelta en la telaraña del “pobreteo”. Y me refiero a ese momento en el que dices “Pobre Ana, tan buena gente y su hermana se la pasa haciéndole groserías” o “Pobre Ana, ya no sabe qué hacer con su hermana” o una de mis favoritas: “Pobre Ana, es demasiado buena para tener una hermana como esa”.

¿Por qué nos pasa esto? El boletín de hoy es una explicación rápida de lo que pasa por nuestra mente y nuestras emociones:

Le das al otro la autoridad y el poder de decidir sobre tus estados de ánimo. Le diste a la hermana de Ana la autoridad para enojarte, a Ana la autoridad para entristecerte y de pronto pierdes de vista que tus emociones son tuyas, no de nadie más. (Y también estás perdiendo de vista que Ana tiene que encontrar respuestas para la hermana que le tocó, pero ese es otro tema).

Si traemos este tema (hacer responsables a otros de tus emociones) a tu día a día, es muy común que lo hagas con tu familia, amigos, colegas... “Ya me hiciste enojar”, “Eres mi dolor de cabeza”, “Eres la alegría de mi corazón” y si, nota que estoy combinando frases positivas con frases negativas. ¿Cuál es el mensaje final? Tú, el otro, eres quien regula mi estado emocional.

¿Sabes lo que implica para tu cabeza pensar que tiene la capacidad de determinar las emociones de otros?

Implica:
- Dependencia de otros para poder sentir y pensar de determinada manera
- Incapacidad para nombrar y hacerte dueño de tus emociones y disparadores emocionales
- Desconocimiento personal
- Falta de fuerza y empuje propio
- Impacto negativo en las relaciones con los demás: habrá quien te huya o habrá quien genere contigo relaciones codependientes y destructivas
Y un largo etcétera, con ninguna característica positiva. Ceder tus emociones a otros nunca será positivo.

¿Cómo dejar de responsabilizar a otros de tus propias emociones?

1.     Conócete
Identifica muy claramente los elementos de otras personas que te desesperan o, por el contrario, que te hacen sentir muy bien. Pregúntate qué es lo que te recuerdan, qué situación satisfacen (si son buenos) o destapan (si son malos), dale una buena pensada pero ten muy claro tus puntos sensibles: qué conductas te alteran y qué conductas te hacen sentir mejor.

2.     Se realista
Cuando alguien toca esos puntos sensibles de tu personalidad, no es la persona la responsable, eres tú quien está asociando sus conductas o palabras con algo que tiene un gran significado en tu vida. Tú eres responsable de lo que sientes y piensas, no los demás, no tienen tanto poder, por favor no se los otorgues!

3.     Habla en primera persona
Esta es tu tarea de la semana: habla por ti, hazte responsable de lo que piensas, dices y haces. ¿Has escuchado la frase “el lenguaje crea”? bueno, pues es verdad: lo que dices tiene un efecto en todas las células de tu cuerpo. Inténtalo la próxima vez que se presente una situación de enojo. Cuando lo pienses o lo cuentes, utiliza estas dos frases en diferentes momentos del día, aunque te estés refiriendo al mismo hecho: “Juan me hizo enojar” o “Me enojé con Juan porque…” Pregúntate ¿Con cuál te sientes más poderos@, cuál te da la confianza para sentirte dueñ@ de la situación, y con más elementos para resolverla?


Te prometo que tendrás beneficios si empiezas a modificar tu manera de hablar. No pretendas hacer grandes cambios de un día a otro, ve un paso a la vez, identifica tus avances y si necesitas ayuda para aprender cómo hacerte responsable de tus emociones, por favor escríbeme, estaré encantada de ayudarte.

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