Te reto a que hagas un ejercicio de memoria y pienses cuántas veces le dices a tu hijo que “no” algo: “no te subas a la cama”, “no comas con la boca abierta”, “no te sabes bañar bien”… o a tu adolescente: “no te importa lo que acordaste” “no puedes usar el coche” “no tienes permiso”… ¿ya las pensaste? ¿O te perdiste en el conteo? :)
El artículo de hoy no se trata de regañarte por regañarlo, se trata de recordarte que siempre existe la opción de cambiar la moneda y decir lo mismo pero de diferente manera. A eso lo llamo “buscar tesoros” y estoy segura que tu hijo tiene muchos: habilidades que lo hacen particularmente brillante en algunos temas (y en otros no, como todos).
La realidad es que los seres humanos somos especialistas en cargar con el pesado baúl de lo que hacemos mal, no hacemos como deberíamos o simplemente no sabemos hacer. La ausencia, la falla, lo negativo es algo para lo que estamos súper entrenados. Así que no te agobies si perdiste la cuenta, que lo hagas sólo prueba que eres humano. Y no es de extrañar que ese “vicio” de pensamiento lo utilices también al educar a tus hijos.
Así que hoy quiero darte un par de tips para que evites, en la medida de lo posible, centrar tus reflectores en lo malo.
Cuando le dices a tu hijo que no haga algo, solamente le estás haciendo un reclamo sobre una conducta específica en un momento específico. Cuando le pregunté a uno de mis pacientes de 5 años “¿qué es portarse mal?”, muy seguro me contestó: “es jalarle el pelo a tu hermana cuando van en el coche”, porque eso es lo que él tenía que dejar de hacer para que su mamá considerara que “se portaba bien”.
Hay niños que dejan de hacer lo que les pides, sólo porque no quieren que te enojes, no porque hayan entendido lo que estaba mal en su conducta. Y ¿sabes qué promueve eso? La doble moral, aquella en la que “lo hago si mi papá no me ve” evita que lo que les pides sea “porque sí” o con fines personales.
Dale opciones de conductas alternativas. ¿Si esto “no”, entonces qué es lo que “sí?
Cuida tu tono ¿De qué otra manera puedes decir lo mismo sin sonar limitativo ni agresivo?
Evita el sobreuso del “no” ¿De qué manera se lo puedes decir que no contenga una prohibición directa sino una idea para que él o ella piense en la consecuencia?
Ya que trabajaste con lo que NO…
Ya corregiste, ahora es momento de encontrar esos tesoros que hacen a tu hijo especialmente brillante. Fijarte en sus fortalezas te ayudará a poner en perspectiva que tu hijo no es una serie de normativas que debe seguir, sino una personalidad con una gran riqueza que necesita ser explotada.
Algunas tareas para lograrlo:
- Observa bien a tu hijo, analízalo, y haz una lista de sus cualidades, habilidades y fortalezas (y si vives en pareja, hazlo en pareja): ¿Qué hace que los otros niños de su edad no? ¿Qué hace que sus otros hermanos a su edad no hacían? ¿Qué hace que tú no te atrevías a hacer?
- Poténciala: Ayúdale a desarrollar esas habilidades que lo hacen destacar, si ya descubriste que es muy bueno para la guitarra, ayúdale a ir al siguiente nivel de perfeccionamiento de esa disciplina.
- Evidénciala: Cuéntale cómo eras a su edad y las cosas que no hacías o no te atrevías y él sí, ayúdalo a ver cómo se comportan o como son sus compañeros o primos y cómo se comporta él en las mismas circunstancias y los valores agregados que tiene él.
- Comunícalo: Refuerza su autoestima enseñándole lo que hacen bien. Repítele que cada vez lo hace mejor, que en cualquier circunstancia hace uso de esa fortaleza, que se ha convertido en mejor persona por practicar ese hábito o esa virtud. Si quieres comentarlo con un amigo o un familiar y que él te escuche, hazlo pero no abuses del recurso de “presumirlo”, puede ser contraproductente.
Así que ya lo sabes, si vas a corregir utilizando el “no”, contrarrestalo con algo positivo, algo fuerte, algo bueno… o tu hijo se quedará con la idea de que todo lo que hace es “portarse mal”
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